jueves, 13 de mayo de 2010
Surgen las Geishas
“Geisha” significa literalmente “mujer de habilidades/artes”.
Entre 1780 y 1790, el país del sol naciente conoce un terrible período de miseria y hambre: el arroz, almacenado por comerciantes sin ningún escrúpulo, alcanza precios desbordantes; los actos violentos perpetrados por hordas de pobres infelices hambrientos se multiplican.
Secuestradas, robadas, vendidas a partir de los cinco años, las niñas pertenecientes a las familias arruinadas de la ciudad o del campo se hallan entonces recluidas durante largos años en esos barrios llamados "de los placeres".
El Yoshiwara, en Edo era uno de los barrios más conocidos; las jóvenes reclutadas por multitudes se hundirán detrás de hermosas fachadas de "prisiones doradas". Una vez que se ha franqueado el recinto de este mundo de paréntesis, de este universo aparte, donde todo parece obedecer al principio de un placer que se conjuga solamente en lo masculino, será el final de cualquier libertad para ellas.
Todo el aprendizaje estaba lleno de vejaciones, injusticias y selecciones, una muchacha fea no tenia acceso, las destinaban a las tareas más duras. Mientras las más agraciadas, tenían la esperanza de acceder al preciado rango de cortesanas.
Cuando una de las muchachilla llegaba a una de esas "casas", se le atribuía un nombre nuevo, signo de pertenencia a otro mundo, con frecuencia era el de una flor. Primero servirán a una cortesana, se llamaban Kamuro (término utilizado para las muchachas que sirven en la corte imperial) y deben obedecer al menor de los deseos y caprichos de su señora. Si el destino le había dotado de talento y gracia, comenzaba entonces un gran ciclo educativo a lo largo del cual aprendía todas las artes heredadas del Japón antiguo: la música, la poesía, el ikebana (arte de componer los ramos de flores), el chanoyu (la ancestral ceremonia del té), el juego de los inciensos, sin olvidar la reina de las disciplinas: la caligrafía. Al finalizar este aprendizaje, la pequeña kamuro, que tenía entre 13 y 14 años, entraba en el cerrado círculo de las cortesanas: una gran fiesta se celebraba en honor de su nuevo estatus. Adornada, mimada como ídolo, se paseaba a la adolescente por las calles de Yoshiwara durante los cinco días que duraba la celebración. Era sólo tras este rito que aprendía otros rituales que tendría que utilizar en su futuro oficio, pasando de kamuro a shiso (literalmente "nueva formada").
Pocas eran las que, en efecto, podían esperar salir del Yoshiwara con la cabeza alta y el corazón libre; es decir; compradas de nuevo, en el sentido literal del término, por un hombre rico y poderoso que aceptase cancelar la deuda, casi inextinguible, contraída por los derechos de la educación. Sistema cuanto más perverso, pues condenaba, desde la más tierna infancia, a una criatura a la prostitución. Superada la treintena, la mayor parte de las cortesanas abandonaba la protección de la casa para convertirse en teppo (prostituta de bajo rango), condenada a vender lo que le quedaba de sus encantos en las colindantes a su antigua prisión
Información sacada de:
http://www.mistralbonsai.com/esp/free/articulos/2005/geisha/geishas3.htm
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